Proceso de elaboración:

Paso 1: 

Para empezar nos encargaremos de dejar listos todos nuestros ingredientes. Partiremos el aguacate en dos mitades para poder eliminar fácilmente el hueso y quedarnos con la carne, que retiraremos con una cuchara. Después pelaremos y partiremos la cebolla tierna y los tomates cherry (importante, eliminando el pedúnculo) en dados pequeños, para hacer más suave nuestro guacamole.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

 

 

Paso 2:

Al tener todo listo, nos encargaremos de formar una pasta con el aguacate. Utilizaremos un tenedor, y con este lo aplastaremos hasta formar una textura cremosa, aunque no del todo uniforme (nos interese que se note un poco el aguacate). Después, añadiremos la cebolla tierna y los tomates (incluido el agua de vegetación que suelten estos).

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

 

 

Paso 3:

Ya con la mezcla formada, añadiremos aceite de oliva hasta conseguir una consistencia cremosa y el plus de intensidad que solo nuestro aceite consigue (sobretodo si utilizamos AOVE). Finalmente salamos al gusto.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paso 4:

Y con nuestro guacamole listo, podremos decidir entre dos opciones: consumirlo directamente o, preferiblemente, guardarlo en nevera un rato (no es necesario mucho, con dejarlo un rato antes de comerlo es suficiente). De esta forma tendrá una consistencia más espesa y el frío le hará ganar en frescura. Si decidimos lo último, deberemos aplicar una pequeña capa de aceite de oliva (un pequeño chorrito) y taparlo con papel film. Así evitaremos que se oxide.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

 

Paso 5:

Finalmente, podremos disfrutar al máximo con nuestro guacamole, que podremos utilizar de mil formas: podemos degustarlo con unos nachos, podemos comerlo con picos de pan o similares (como tortitas de maíz o arroz) o aplicarlo en finas tostas (para acompañarlo con, por ejemplo, salmón ahumado, con el que combina estupendamente).

​

​

​

​

​

​