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Guida Martín

Miembro del grupo de consumo El Cabàs

El importante papel que las cooperativas de consumo tienen en el Slow Food

Ya hemos visto el papel que juegan productores y chefs en este movimiento. Pero, ¿cómo podemos introducirnos o participar de manera activa para impulsar el "slow food"? La Cooperativa El Cabàs nos ofrece una buena opción para hacerlo

- ¿En qué consiste esta cooperativa?

Esto es una cooperativa, un grupo de consumo. Somos unas cuantas unidades familiares que nos ponemos de acuerdo para hacer una compra conjunta a un productor. En este caso, nosotros los productos que traemos son frutas y verduras, huevos, y una vez al mes, productos lácteos. Todos ecológicos.

 

- ¿Cuáles son vuestros principales productores?

En este caso, un campesino de Sant Pol, que tiene una finca allí mismo y en Vilassar. Se llama “L’Estol Ecològics”. El productor de lácteos es un chico de La Garrotxa, que forma parte de una empresa familiar que tiene muchos años. Trabajan con leche ecológica y producen todo tipo de derivados lácteos.

 

- ¿Tenéis algún productor que sea local, de Santa Coloma?

Hemos trabajado con “Conreu Sereny”, que tienen huertos en Sant Jeroni de la Murtra, en el Monasterio. Tuvieron una época en que producían menos y no abastecían lo que consumíamos y tuvimos que cambiar de productor.

 

- ¿Qué os aportan ellos que no os pueden aportar otros productores?

Bueno, el sentido de un grupo de consumo es tener una relación cercana con el productor. Puedes seguir la trazabilidad del producto, conoces quién lo produce, cómo trabaja la tierra, has ido a visitarlo, etc. Este es uno de los principales aspectos que se ganan cuando formas parte de un grupo de consumo. Además, el producto con el que trabajamos es de primera calidad, ecológico, y conseguimos también que el precio no sea tan alto.

 

- ¿Qué relación tiene vuestro trabajo con la filosofía “slow food”?

Bueno, al final son dos caminos paralelos. Es cierto que nuestro productor no es local, porque estamos en una ciudad que tiene muy poca producción agroecológica porque no hay terreno para cultivar, pero consumimos lo más cerca que podemos. En este caso, se trata de un productor de El Maresme, como ya he dicho antes. Los únicos productos que vienen de más lejos son el plátano, que viene de Canarias, porque es prácticamente el único sitio donde se produce; la naranja, que viene de Valencia, y el kiwi, que viene de Galicia. El resto, son productos de cercanía. Esta es la relación que tiene con el slow food, que al final es consumir productos lo más próximos posibles.

        "El Slow Food y las cooperativas de consumo siguen un camino paralelo"

 

EL PRODUCTO

 

- ¿Qué requisitos tiene que cumplir un producto para que sea acorde a la filosofía de vuestra cooperativa?

En principio, sólo consumimos productos ecológicos. Sí que es cierto que cada grupo de consumo decide sus propios criterios. Algunos, exigen que el producto tenga un sello certificado CCPAE de producción ecológica. Es el caso de nuestros productores, que cumplen este requisito. Eso no quiere decir que no aceptemos un productor que no tenga dicho sello. Si nosotros tenemos un productor que no tiene este sello pero lo conocemos, podemos ir a visitarlo, sabemos cómo trabaja la tierra y otros aspectos, podríamos consumir sus productos. Hay grupos que son menos flexibles con este criterio, y si no tienen este sello no aceptan a este productor.

 

- ¿Cómo es vuestro trato con los restaurantes o empresas que adquieren vuestros productos?

Prácticamente no hay relación, porque al final el sentido del grupo es la agrupación de familias. Como personas individuales quizás hay más tendencia a ir a restaurantes que siguen esta filosofía, pero como grupo no. Como cooperativa promovemos lo que llamamos la “soberanía alimentaria”, pero no tenemos una relación como tal con la restauración.

 

- ¿Cuál es el perfil de restaurantes que adquieren este tipo de producto?

Es cierto que en los últimos años hay un interés creciente por este tipo de productos. Quizás a veces es por moda, pero sí que hay una parte de sentido común. ¿Cómo voy a consumir cosas que se producen en la otra parte del mundo? ¿Cómo voy a consumir tomates en invierno y coliflores en verano? Al final, se trata de darle sentido a las cosas. Cada vez hay más restaurantes que optan por racionalizar las cosas en ese sentido. Conocer mejor a sus productores para conocer mejor el producto con el que están trabajando. Aun así, queda mucho trabajo por hacer. Ahora hay muchos restaurantes que utilizan eso como su sello de identidad, pero no es lo más común.

 

 

 

- ¿Qué ventajas y que inconvenientes puede llegar a tener distribuir un producto como este?

Tiene muchas ventajas. Una de ellas es poner un punto en el mapa para unir a personas que quieren consumir alimentos de forma crítica, responsable, sabiendo lo que come y de dónde viene. Eso es mucho ganado. Da igual que consumas en una cooperativa de consumo o en un pequeño comercio. Lo importante es que lo hagas de una manera responsable. Consumir también es un acto político, porque tú tienes el poder de decidir. Otra gran ventaja es la calidad del producto, que aunque no es fácil encontrarlo en cualquier sitio, vale la pena. En cuanto a los inconvenientes, uno de ellos podría ser el trabajo que supone formar parte de una cooperativa de consumo, pero nosotros no lo consideramos un inconveniente en sí.

 

- ¿Desmarcarse del estilo de consumo habitual a veces puede suponer un sobreesfuerzo económico?

El debate de la accesibilidad a este tipo de productos siempre está encima de la mesa. Existe el mito de que al final se limita la venta de estos productos a la gente con más poder adquisitivo, pero creo que hay que empezar a romper estos mitos. Es cierto que una cesta de las que nosotros compramos es más cara que una del Mercadona, por ejemplo. Pero eso quizás no significa que la nuestra sea cara, sino que Mercadona está rompiendo el mercado con esos precios. Uno de los criterios básicos de los grupos de consumo es pagar el precio justo al productor. Encontrar ese punto medio entre que no suponga un coste excesivo y pagar lo suficiente para que la tarea del productor sea sostenible. Es cierto que el acceso a este tipo de productos debería ser más sencillo, pero todavía cuesta.

        "Santa Coloma juega un papel imprescindible en el auge del Slow Food"

 

- ¿Qué papel consideras que puede jugar una ciudad como Santa Coloma en el auge del movimiento “slow food”?

Un papel muy importante. Santa Coloma es una ciudad muy grande, densamente poblada, donde prácticamente ya no quedan terrenos cultivables. Y es muy importante que la gente entienda que lo que ellos compran en el supermercado viene de algún sitio: de la tierra. Es por ello que sería lógico que esta ciudad aún tuviera terrenos para cultivar, donde pudieran consumir lo más cerca posible. Si no fuera posible, es cierto que tenemos cerca zonas como Badalona, el Baix Llobregat o El Maresme donde sí disponen de estas zonas y son cercanas. Pero es importante educar, sobre todo a los niños, para que entiendan que un brick de leche viene de algún sitio, y no de un estante del supermercado. Ese es el papel principal que podemos jugar como ciudad. Actualmente, en el papel de la producción no podemos participar, pero en el del consumo sí, y al final todo forma parte del mismo engranaje. Trabajando esto desde las escuelas, los comedores escolares, de los cuales daría otra entrevista entera incluso, los ayuntamientos… Ese es el papel que podemos jugar como ciudad.

 

- ¿Cuáles son los datos de producción?

Hay que tener en cuenta que nosotros somos un grupo muy pequeño. En Santa Coloma hay otro grupo un poco más grande. El nuestro está alrededor de unas 12-15 familias, las cuales no piden cada semana. Sólo con eso consumimos una media de 400-500 euros al mes, que al año representa un pico bastante importante.

 

 

 

 

- ¿Cómo puede acceder una persona a este grupo?

El grupo es totalmente abierto a cualquier socio. El único requisito es ser socio de nuestro local, pagar la cuota del mismo, por lo tanto. Ser socio del local ya te da derecho a pedir, sin ningún requisito como pedido mínimo ni pedido obligatorio por semana. Cada socio consume cuando quiere y puede darse de baja cuando quiera. Además de eso, obviamente se le pide algo de implicación con las tareas del grupo. Eso implica no venir únicamente a por la cesta, pagar e irte, sino ayudar e involucrarse en las diferentes actividades del grupo.

 

EL PANORAMA ACTUAL DE LOS GRUPOS DE CONSUMO

- ¿Hay algún tipo de red de cooperativas a nivel autonómico que os ayude a encontrar productores?

Actualmente, nosotros no formamos parte de ninguna red, pero estamos utilizando un software informático que nos ayuda mucho. Se llama Katuma, y consiste en una cooperativa de servicios que ofrece un software de código abierto el cual pagamos los socios que lo utilizamos. Esto evita utilizar otras herramientas como Excel, que suponen un lío para organizarse. En esta herramienta, tienes, por ejemplo, un mapa con una red de productores, algo que nos ayuda mucho a la hora de encontrarlos. Pero no estamos en ninguna red de cooperativas.

 

- ¿Conocéis el número de cooperativas que, como vosotros, trabajan a nivel de Barcelona o Catalunya en general?

Hay muchísimas. Un estudio reciente habla de unos 150 grupos de consumo, prácticamente uno por cada municipio. En Barcelona, lógicamente hay más, casi uno por distrito o barrio. Por lo tanto, es un buen número.

 

- ¿Crees que este auge del que hablábamos anteriormente es reciente?

Los grupos más históricos datan de los años 80. En los 90 y los 00, no pararon de crecer, había incluso listas de espera de grupos que no podían asumir los costes, porque hay grupos de incluso 100 familias, aunque la media es de unas 30-40. Este auge se ha estancado un poco ahora, no ha bajado, pero ha parado de crecer. Hay incluso grupos que están perdiendo familias. También ha influido en este aspecto la diversificación. Ahora es mucho más fácil acceder a determinados productos. Por lo tanto, estos factores han parado de alguna manera este auge.

 

- ¿Qué vinculación consideras que tiene la filosofía y la con el hecho de interesarse por un comercio local?

Total. Cada decisión que tomamos a lo largo del día es muy importante. Si tú decides consumir en una cadena de supermercados donde no puedes decidir qué producto compras, sino solamente si quieres comprarlo o no, porque es el que hay, es tu decisión. Una parte importante de las cooperativas de consumo es el poder de decisión, de qué consumes y cómo quieres hacerlo. Por ejemplo, en el caso de nuestra cooperativa, pedimos a los productores que traigan sus alimentos en cajas, para evitar usar bolsas de plástico. Esto es algo que en un supermercado tú no puedes decidir, porque alguien lo decide por ti, aunque no estés de acuerdo. Hay gente que no conoce estas alternativas, y ese es otro punto de nuestro trabajo: intentar dar a conocer la actividad que hacemos para que cada vez más gente se suba al carro de consumir de manera responsable.

Así pues, pese a que en el panorama del "slow food" siempre hemos tenido en cuenta a dos principales actores (productores y consumidores), es importante tener en cuenta y saber de la existencia de cooperativas o grupos de consumo que, aunque quizás con menos visibilidad, favorecen a que este movimiento siga creciendo y cada vez más gente sea consciente de la importancia del mismo.

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Otros enlaces de interés:

 

- Página web Cooperativa El Cabàs: https://www.elcabasecologic.cat/ 

- Página web de la cooperativa de servicios Katuma: http://katuma.org/

- Mapa de grupos de consumo en Catalunya: https://www.economiasolidaria.org/biblioteca/mapa-de-grupos-de-consumo-autogestionados-y-sus-productores-catalunya 

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Guida Martín,  durante la entrevista. (Víctor Márquez)

Guida Martín, en la sede de la cooperativa de consumo (Víctor Márquez)

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Guida Martín,  explicando la producción de la cooperativa durante la entrevista (Víctor Márquez)

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Paula Gil Lázaro

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Víctor Márquez Caparrós

Entrevista Guida Martín

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